Jacob Tejada Hernández
El año que nos deja, ha sido un año que a nivel de valle Jequetepeque nos ha revelado la inexistencia de un rumbo definido por el desarrollo. La dispersión de los actores sociales en el quehacer de nuestro valle, haciendo cada cual lo que puede por su lado, en una suerte de “sálvese quien pueda”.
Obras grandiosas como la pirámide “Dos Cabezas” (Jequetepeque), el canal de Talambo (Chepén), la red de caminos prehispánicos que surcan el valle, la creación de la Provincia en 1864 por una búsqueda más autónoma de un destino propio… y ya en las postrimerías el muelle de Pacasmayo y la represa Gallito Ciego, demuestran la visión de valle y la unidad en sus propósitos que manejaron los habitantes que nos antecedieron.
Parece que esta “dispersión de horizontes” asoma en 1984 cuando el valle es divido políticamente en 02 provincias. Desde esa fecha no se ha visto esfuerzo mancomunado significativo en pos de una visión unitaria de valle.
Mientras que otras latitudes como el valle Virú, convierte a paso acelerado su desierto arenoso en emporio agro exportador, o el valle Chicama se prepara para la producción intensiva de biocombustibles, es decir, productos “a pedido”, “con potencialidad de alta demanda” que traen divisa extranjera; aquí en el Jequetepeque seguimos con la producción de arroz, compitiendo entre sí, con otros valles del país, y para sólo el mercado nacional, sosteniéndonos de la “estrategia” de que en caso de que caiga el precio de nuestro arrocito, entonces le iremos a “exigir al ogro” gobierno para que nos compren el arroz para los programas sociales subsidiados con dineros del Estado, es decir con el dinero de todos los peruanos. Y no sólo eso, sino que en los últimos 20 años no se aprecia una significativa ampliación de la frontera agrícola en nuestro valle para los miles de pequeños agricultores o posesionarios de predios eriazos que esperan y esperan algún día puedan contar con gotas de agua para hacer agricultura, aún cuando existen años donde millones de metros cúbicos de agua no represadas son arrojados al mar. La ampliación de la frontera agrícola en el lado norte del valle en los últimos años se ha ejecutado en virtud a la inversión privada, pero con las reglas de juego de regreso a la gran propiedad, cuyas secuelas sociales a desencadenarse en cualquier momento son harto conocidas.
Muy bien, pero eso es lo que está sucediendo. La idea entonces es hacer reflexionar, motivar a fin de revertir esas tendencias negativas. El próximo año 2010 es un año electoral, y ya sabemos que vendrán las agrupaciones políticas tradicionales, cual diásporas, escondiendo en sus entrañas propósitos contradictorios a las esperanzas de nuestros pueblos, vendrán nuevamente a pregonar que cultivan la unidad, cuando entre ellos se enfrentan; a pregonar que son baluartes de la honestidad, cuando muchos de sus militantes colocados en los puestos de trabajo del sector público llenan las páginas de la prensa por acciones reñidas con la ley, etc.
Frente a la coyuntura, es la hora de la sociedad civil organizada. Precisamente el modelo democrático de convivencia por el cual la ciudadanía hemos apostado, implica que lo queremos porque estamos aptos a ejecutarla debidamente, es decir a participar con los deberes y derechos inherentes en cada uno de sus actos. Si pedimos democracia y no vamos a participar en ella, en su consolidación, en disfrutar de sus bondades, entonces no la pidamos. No olvidemos que la esencia de la democracia es la participación ciudadana en la toma de desiciones públicas, y no solamente elegir a/los candidatos para el servicio de la gobernanza que nos propone el menú de los altamente desacreditados partidos políticos del medio.
Felizmente, de manera paralela y aunque muy débilmente la sociedad civil a la fecha se viene organizando precisamente para que el ejercicio de la democracia en nuestro valle Jequetepeque se vea fortalecido. Así se ha empezado a crear espacios democráticos de trabajo conjunto en pos de un visión integrada de valle Jequetepeque como la Coordinadora Agraria Interinstitucional (COAJE) conformado por el conglomerado de instituciones públicas y privadas afines al quehacer agrario del valle; la Red de Consejos de Coordinación Local conformada por los 08 CCL distritales del valle, etc.
Además y entre uno de los pocos aciertos de mancomunidad provincial se viene trabajando el Plan de Acondicionamiento Territorial (PAT) para cada uno de los distritos y a nivel de cada una de las 02 provincias de Pacasmayo y Chepén; sin embargo, repito, no se vislumbran trabajos oficiales conjuntos a nivel de valle, como por ejemplo Plan de Desarrollo Concertado del Valle Jequetepeque, Zonificación Económica Ecológica del V. J., Ordenamiento Territorial del V. J., Demarcación Territorial, Plan de Desarrollo Turístico del V.J., etc. que serían las herramientas de gestión pública rectoras para las gestiones edilicias de los distritos y provincias, toda vez que estas herramientas contemplan en su elaboración la variable TERRITORIO. De no confeccionarse estas herramientas de gestión a la brevedad posible, y haciendo todos los esfuerzos permitidos, estamos corriendo el riesgo de que se incuben enfrentamientos entre los distritos del valle, por ejemplo que Pacasmayo y Chepén pidan para sí ser la sede del Aeropuerto del valle, o que Guadalupe y Jequetepeque pidan para sí ser la sede del Museo de Historia del V.J., etc., etc.
Repito, es la hora de la sociedad civil organizada. Exijamos a las actuales autoridades y a las que estén por venir que se esfuercen no sólo por hacer realidad la elaboración de estas nuevas herramientas pero con visión de valle Jequetepeque, encajados a la gestión integral de la cuenca hidrográfica y a las oportunidades del mundo globalizado, sino también por implementarlos, en concretizar lo plasmado en ellos.
Las generaciones futuras lo reconocerán y se lo agradecerán.
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