jueves, 1 de diciembre de 2011

CONVERSACIÓN CON DON OSWALDO

Por: Víctor Gómez Ruiz vagopoeta@hotmail.com

Mediodía soleado en Pacasmayo. Junto con Alejandro Benavides supimos que don Oswaldo Reynoso escapó, aprovechando el intermedio del encuentro literario en San Pedro de Lloc, para trasladarse a Pacasmayo y observar el mar. Inmediaciones del malecón, junto a la iglesia, aguzábamos la mirada con la finalidad de ubicarlo. Llegó, apoyado en su bastón (el que usa por culpa de un resbalón y no porque esté viejo aclara siempre). Le propusimos almorzar juntos, aceptó y de inmediato dijo ¡Pescado! Llamé por intermedio del celular a un amigo dependiente de un restaurante que tiene vista preciosa al mar y le propuse que mientras don Oswaldo admiraba nuestro malecón se vaya preparando el menú escogido. Posterior a admirar la belleza de nuestro océano y responder a las preguntas sobre la ciudad que nos hiciera nuestro

malecón se vaya preparando el menú escogido. Posterior a admirar la belleza de nuestro océano y responder a las preguntas sobre la ciudad que nos hiciera nuestro laureado escritor, marchamos a almorzar.

Dos cosas me impresionaron de la charla que sostuvimos con don Oswaldo mientras degustábamos un ceviche: Su profunda emotividad para hablar de la pobreza y la preocupación inmensa que tiene respecto al escaso compromiso de los profesores con la verdadera educación. En el primer caso nos contó una triste historia de la madre de un amigo suyo que muere en una barriada contigua a la casa del autor de “En Octubre no hay Milagros” en Jesús María, Lima. El deceso se produjo en la más completa miseria, al extremo que el encargado de hacer la colecta para el funeral, cuando fue a solicitarle su aporte al escritor y enterarse de que don Oswaldo había decidido acompañar el velorio, le rogó que no asista. Un sorprendido Oswaldo Reynoso le preguntó al rogante ¿Por quéee? Es que usted no sabe en qué condiciones vivimos y morimos en la barriada respondió el encargado de la colecta.
El rostro del creador de “Los Inocentes” se desdibujaba cuando relataba los pasajes más álgidos de esa historia. De igual forma sancionaba con un carajo muy bien pronunciado a los docentes que se dedican únicamente a terminar su programación. Los maestros ahora educan para que sus alumnos aprueben el año y la educación es un proceso más trascendente ¡Se educa para la vida! Sentenciaba. Nos decía que la realidad de San Pedro de Lloc no es distinta a la de otras ciudades. La indiferencia de los profesores en un evento cultural donde se disertará sobre temas sensibles como leer, comprender e interpretar; no les merece atención a los docentes.
(Si supiera don Oswaldo que el día domingo, al promediar el mediodía, muchos profesores salían de estudiar su licenciatura o maestría de una institución educativa ubicada muy cerca a donde se encontraba el auditorio del V ENCUENTRO DE LITERATURA; en esos instantes disertaba Bethoven Medina. Si los profesores decidieron no asistir por lo menos se hubieran tomado la molestia de transitar por otro lugar, pero no, en tropel cruzaron con toda indiferencia el auditorio e hicieron caso omiso a la invitación del orador, que es el referente más importante de la poesía liberteña ¡Qué pena! ¡Son nuestros futuros licenciados y magísteres!)
Es probable que don Oswaldo publique una nueva obra el próximo año. Es probable también que nuestros profesores se mantengan indiferentes. Pero es seguro que seguiremos haciendo literatura. Los niños y jóvenes lo ameritan.

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