Ya entendí lo de Nadine Heredia de Humala
Por: Arnold Melgarejo López
Eltayabamba.- Los antiguos griegos, expertos en el contorno, desde sus esculturas hasta su pensamiento, decían “cuanto más profundo y sabio es un hombre, más ama la forma, el rito y ceremonia”, principio que sigue vigente, porque la humanidad apenas ha evolucionado una pizca en los últimos cinco mil años.
Vengo escuchado durante los últimos meses que a Nadine Heredia Alarcón de Humala, se le endilga dotes de “liderazgo”, al grado de opacar a su esposo el Presidente de la Republica, pero, luego de una exhaustiva observación de los movimientos de nuestra primera dama, veo que no son dotes de líder lo que despliega, sino desconocimiento de ciertas normas Protocolares.
La oficina de Ceremonial y Protocolo de Palacio de Gobierno o de la Cancillería, al parecer, no han ilustrado a los nuevos inquilinos de la casa de Pizarro, que se debe guardar cierta compostura cuando se comparte un escenario con el primer mandatario de una Nación, y más aun, si se trata de su esposa.
La señora “debe” ocupar emocional y físicamente un espacio que no interfiera desenvolverse con sobriedad al mandatario, porque así lo demanda su investidura, y permitirlo que él sea quien brille; recordemos que a través de los actos oficinales del Presidente, el mundo nos ve a todos los peruanos.
Esta semana visitó nuestro país, la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, y en forma simbólica visitó el emporio comercial Gamarra acompañada de Nadine Heredia; allí pude confirmar que nuestra primera dama necesita de algunas clasecitas de Precedencia Oficial y Modos de proceder con personalidades que representan a una Nación extranjera.
La señora Nadine Heredia de Humala, en esta ocasión, saludaba al público agitando el brazo, sin moderación, como si ella fuera el centro de la visita simbólica al emporio, dejando de lado, física y emocionalmente a Hillary Clinton, la agasajada; a eso se llama una descortesía diplomática e imprudencia, en el marco de la Diplomacia Ejecutiva (la que se refiere al trato con dignatarios extranjeros sea el presidente o su esposa).
En estas circunstancias, según las normas protocolares internacionales, la anfitriona (primera dama peruana) debe dejar el lugar principal o central al visitante (Hillary Clinton) para que ella se luzca saludando. No hemos visto acaso que el director de la orquesta sinfónica, señala con la mano en dirección a los músicos cuando el público lo aplaude, en señal de humildad, decencia y deferencia por sus colegas, aunque los aplausos sean para él.
Cuando la esposa del Presidente de una Nación, dicen las normas internacionales sobre Ceremonial de Estado, acompaña a su consorte, debe guardar una compostura que permita al Mandatario total libertad de comunicarse “emocional y físicamente” de acuerdo a su investidura y carácter. Fíjese que la norma no dice, “y la primera dama podrá encender todas sus emociones saludando y dirigiéndose al público empañando la sobriedad y serenidad del mandatario o de una personalidad internacional que representante a otro Estado”.
Hay básicas reglas denominadas Precedencia Protocolar que permiten ubican a las personalidades (según la jerarquía), orden de banderas (según el evento y participantes), el orden de discursos (según los expositores y los tiempos), los asientos en el automóvil oficial (según el evento y la jerarquía de los participantes), entre otros, que varía según el Protocolo, Civil, Militar, Eclesiástico o Monárquico; normas que se aplica por equivalencia a los saludos oficiales, cuando, como y donde se ejecutan.
En un acto oficial en donde participa el Presidente de la Republica, le corresponde única y exclusivamente al Mandatario agitar el brazo o saludar como él considere conveniente al público, y de acuerdo a su carácter. Ninguna otra personalidad, ministro, primera dama, ni familiar debe ejecutar el saludo en presencia del Presidente; a eso se denomina Precedencia Protocolar en los saludos al público. Entre tanto, los demás, solamente sonríen ligeramente, y en casos excepcionales, si saludan, deben hacerlo muy breve y manteniendo la mano abajo del hombro y sin agitarla.
Saludar al público con todas las emociones encendidas al lado del Presidente, es irrespeto a la investidura del Jefe de Estado que personifica a toda la Nación.
Observe el Protocolo Ingles, el señor Thatcher, esposo de la ex primera ministra Margaret Thatcher, o Felipe de Edimburgo esposo de la Reina Isabel II, jamás protagonizaron o protagonizan efusivas participaciones a lado de sus esposas; es más, poco se conocen, porque las Normas Protocolares, son muy estrictas en Inglaterra, en donde las autoridades antes de asumir sus cargos, pasan por una serie de capacitaciones para
aseguran la continuación de la tradición ceremonial, símbolo de la grandeza, esa grandeza a la que tanto aspiramos los peruanos en teoría.
Algunos comentaristas de los medios informativos nacionales que ignoran estas normas internacionales, escucho que hacen sonar bombos y platillos al caso Nadine Heredia, diciendo “¿quién manda en esa pareja?”, “¿liderazgo de la primera dama?” y otras inocentadas; lo que hace falta a nuestra primera dama, lo digo con mucho respeto, es asesoría en materia Protocolar Oficial del Estado y principalmente modos de conducirse en actos oficiales que son el resumen ritual del poder que todos los peruanos hemos encargado a su esposo Ollanta Humala Taso hasta el 2016.
Arnold Melgarejo López opinión@eltayabamba.com
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