La fiesta de San Juan Bautista y el día del campesino en el Perú se convierte en ocasión propicia para saludar a los hombres y mujeres de nuestra patria que dedican su esfuerzo diario al trabajo del campo y que cada día contemplan el fruto de su esfuerzo que, unido a la providencia Divina, se convierte en bendición cuando la semilla que germina, se transforma hasta dar fruto.
En el agricultor, como en todo ser humano, se manifiesta viva la condición de “imagen y semejanza de Dios” (Gn 1,26), la misma que se constituye en fundamento de su dignidad y que debe ser redescubierta y valorada para poder darle el lugar que le corresponde en nuestra sociedad. El Compendio de Doctrina Social de la Iglesia afirma que “el respeto de la dignidad humana no puede absolutamente prescindir de la obediencia al principio de considerar al prójimo como otro yo, cuidando en primer lugar de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente” (n. 132).
Recordemos que el ser humano recibe del mismo Dios la misión del trabajo: “dominad la tierra y sometedla” (Gn 1,28), convocándonos a desarrollar todo el esfuerzo necesario para cumplir con el mandato de poner la naturaleza al servicio del hombre y para cuidarla con la conciencia que ha sido creada por Dios, pensando en nuestro bienestar y recordando lo que los obispos dijimos en Aparecida, “el Señor ha entregado el mundo para todos, para las generaciones presentes y futuras” (n.126).
El trabajo, por tanto, dignifica al ser humano, lo eleva al poner de manifiesto todas sus capacidades. El trabajo, como dice el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, “pertenece a la condición originaria del hombre y precede a su caída; no es por ello ni un castigo ni una maldición” (n. 256).
Hacemos un llamado para que nuestros hermanos campesinos, reciban de nuestra sociedad y de sus instituciones tutelares, no sólo el reconocimiento por su papel silencioso en el desarrollo de nuestra patria, sino el renovado compromiso por una justicia que los alcance, que mejore sus condiciones de vida, el valor de sus productos y les posibilite mejores instrumentos para un trabajo más digno.
Que la intercesión de San Juan Bautista, alcance para todos nuestros hermanos campesinos la bendición abundante de Nuestro Señor y a todos los peruanos nos conceda el renovado esfuerzo para hacer juntos, un Perú grande, más solidario y progresista.
MIGUEL CABREJOS VIDARTE, OFM.
Arzobispo Metropolitano de Trujillo
Gran Canciller de la Universidad Católica de Trujillo
Benedicto XVI
Oficina de Prensa del Arzobispado de Trujillo
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