miércoles, 22 de agosto de 2012
Humilde Palabra
Los alcaldes frente a la historia
Por: Víctor Gómez Ruiz vagopoeta@hotmail.com
Ya he señalado en artículos anteriores que ahora no se le tiene porque felicitar a los señores alcaldes porque construyen una losa, pistas, veredas, parques, etc. Debido a que solo ejecutan lo que los presupuestos participativos, con asignación de partidas, disponen. Hace dos décadas, que un burgomaestre ejecute una obra era una verdadera demostración de capacidad de gestión, sucedía que ante lo esmirriado del presupuesto nacional los jefes de ayuntamiento debían viajar a Lima y pelearse con sus pares para poder arrancar un pedacito de la torta, hoy viajan a la capital por otras razones, deberían hacerlo para conseguir obras de verdadero impacto y que solucione viejos problemas, como el reforzamiento del muelle de Pacasmayo, una planta de tratamiento de residuos sólidos que involucre a los distritos de la provincia, obras viales que unan a las playas de la jurisdicción provincial, o alguna otra obra que salga de lo ordinario e impulse el desarrollo.
Debo señalar también que los alcaldes necesitan aspirar a ser trascendentes, a no pasar como un nombre más y que su foto en la galería no despierte ningún interés para las futuras generaciones. Para conseguir este estatus en la historia no necesitan más que cumplir la LOM, la cual no los limita a ejecutar obra física. Los concejos municipales son el GOBIERNO LOCAL. Gobernar es dirigir, conducir los destinos de un conglomerado, y para ello necesitamos procurar el desarrollo de los gobernados en todos los aspectos. Sobre ese concepto me parece muy mal cuando un alcalde se niega a apoyar temas de salud, educación, deporte, ayuda social, etc y solo se limitan a las obras públicas. Lo que ese alcalde está logrando es que en el futuro, cuando las placas de sus obras se oxiden o se caigan, nadie lo recuerde.
Hagamos memoria con dos hombres de la provincia: a don Virgilio Purizaga Aznarán, acaso se le recuerda únicamente por las obras que construyeron sus gestiones, no, fue por su inquietud como forjador de cultura, como iniciador de acciones en beneficio de centros que sirvieran para formar profesionales en la educación, por su don de gente, de educador, de gobernante preocupado y participante en todas las actividades del quehacer de la población. Y don Gonzalo Ugás Salcedo, además de ser un buen administrador de los recursos del pueblo, era el amigo, el filántropo, el que no se negaba a apoyar cuanta actividad le propusieran los ciudadanos. Por eso serán moradores eternos en la memoria del colectivo
Causa mucha pena cuando los jóvenes o cualquier ciudadano acuden a ver a un alcalde con una inquietud que puede ser el inicio de un cambio sustancial en la historia de la ciudad y el gobernante responde irresponsablemente “eso no me corresponde”, ¡Un alcalde participa activamente en todo lo que el pueblo haga o impulse señores! Si persisten en ese comportamiento inicuo no nacieron para ser trascendentes.
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