lunes, 23 de enero de 2012

OPINION

Marco Cueva: Despedirse no es adiós
Por: Víctor Gómez Ruiz vagopoeta@hotmail.com
Suena mi celular y el escritor chimbotano Ricardo Ayllón, amigo personal y admirador de Marco Cueva Benavidez, me hace saber la infausta noticia; el poeta, narrador y, básicamente, promotor cultural, nacido en Pacasmayo y adoptado por Chimbote con el mayor de los agrados, acaba de fallecer.
No les miento cuando les digo que en estos días su libro “Sobre el Arenal” me estaba llamando, apostado sobre la ruma de libros que en desorden “guardo” sobre una mesa; asomaba en mi mente la idea de volverlo a leer porque me cautivó la narración de sus días universitarios en la Argentina en tiempos de dictadura, me hizo reír mucho el sobrenombre que le pusieron los peruanos estudiantes a sus pensiones que les enviaban sus padres, el sobrenombre era “menstruación” porque se le espera un mes y solo duraba cuatro día (la habilidad literaria de Marco Cueva para contar esto permitía la semejanza con los sueldos de los empleados públicos en nuestra patria).
Marco Cueva se fue a morar en lo desconocido. Allá, a las almas buenas y puras como la de él, seguirá contándoles con apasionamiento que tenía una casa a dos cuadras del malecón de Pacasmayo, que su padre fue un industrial de la panificación y que fue también quien le procuró los libros mediante dos bibliotecas completas, una clásica y una juvenil, que le comprara a don Juan Mejía Baca, que por esos tiempos hacía giras vendiendo libros por todo el Perú, estos textos lo indujeron por el sendero de la lectura; Marco seguirá repitiendo como Sartre que primero se lee y luego se escribe, narrará con exacta precisión párrafos de “El Lazarillo de Tormes”, “El Quijote de la Mancha” y tantos clásicos que solidificaron su composición de escritor; contará sobre sus vivencias en la Argentina y como, de cierta manera, ofrecieron resistencia a la dictadura.
A la Argentina llegó solo, sin conocer a nadie y con los ahorros conseguidos después de laborar un año en construcción civil, le escribió a la universidad de La Plata y le respondieron, se marchó y siempre contó con el apoyo de su padre; hizo teatro y publicó algunos poemas. Estuvo perseguido durante un año y justo después de graduarse, cuando retornó al Perú, Vilela inició la brutal persecución de los estudiantes extranjeros. Por trabajo recaló en Chimbote en donde rápidamente se granjeo el cariño, con derecho a participación, de los hombres de la literatura, destacando su amistad con Oscar Colchado Lucio.
Aparte de “Sobre el Arenal” publicó “Porque confío en el mañana”, “Vientos de la Isla”, “Mini Vademécum de Poesía Infantil” y muchas plaquetas. Deseo mostrarles algo de la enorme preocupación social y ternura de Marco Cueva mediante este hermoso poema:

Niño Viejo Viejo Niño
Quién se llevó tu carne/tus ojos y tu vida/quien te dejó con cinco kilos de inocencia y de ternura/ después de doce meses de miseria/si pudieras hablar/ si pudieras sonreír/si pudieras borrar de tu rostro ese aire de fatídica existencia/ entonces me dirías que fueron ellos/ los dueños de la fuerza y del dinero/Niño viejo viejo niño/solo sé que hoy quieren engañarte con regalos/ nutrirte con leche en polvo/ curarte con medicamentos/ pero tan solo intentan que no seas uno de los ciento veinte /que no celebran su primer aniversario/ niño viejo viejo niño/ si lograras sobrevivir de esta batalla/no habrán matado felizmente nunca tu conciencia/ porque cuando crezcas/aun muy débilmente/ sabrás hallar entre los niños/ la fuerza necesaria para vencer a los culpables/y permitir que esto no siga sucediendo.
La partida de Marco Cueva Benavidez no es un adiós porque siempre lo encontraremos cuando recorramos su valiosa inspiración, y lo recordaremos a pesar de ser un país de indiferencias y olvidos insolentes. Dios acoja a este gran escritor que prestigió a las letras pacasmayinas.

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