miércoles, 23 de febrero de 2011

“Faenón para TODOS” contra el agro

Werenshon Ramos Gonzales, candidato por Perú Posible

El pago de la deuda de Pomalca, Tumán y Cayaltí a través de la entrega de acciones del Estado a los trabajadores, no busca favorecer a los trabajadores, sino a las empresas agroindustriales, a los nuevos latifundistas que aceptando el cambio de socios, verán pagada una deuda que ellos contrajeron, y que sin embargo, pagamos todos los peruanos.
                En efecto, Alan García ha gobernado para el gran capital, en un marasmo de corrupción generalizada, donde no será raro que algún día escuchemos los audios que nos expliquen por qué el gobierno de todos los peruanos paga deudas ajenas.
                La medida lanzada en plena campaña electoral, cuando el partido en el gobierno teme desaparecer del Parlamento, cuando contradiciendo cualquier atisbo de renovación, encabeza la lista por La Libertad un sordo de sus bases y autosuficiente en ganar una elección política; acompañado por otro, cacheteado y ridiculizado, cuya relación con el clan Sánchez Paredes queda en evidencia por los sillones de cuero que le regaló uno de sus miembros, y que en el colmo de la desfachatez sienta a sus visitantes en el Parlamento Nacional: hace falta más que nunca engañar al electorado, haciéndolo creer que los trabajadores del agro son representados por lo que en tiempo de Haya de la Torre quizás fuera el Partido del Pueblo. Pero que ahora es el de los petroaudios, de los fraudes internos, de la candidata renunciada porque los herejes                  del  aprismo no aceptaron desvincularse de la corrupción que parece nutrir sus venas.
                En estos últimos años en que la agroindustria ha concentrado la propiedad de la tierra, diariamente podemos ver a los trabajadores que parten de sus humildes hogares con la madrugada desde El Porvenir o el Alto Trujillo, para desplazarse a Virú a cosechar espárragos; y aunque ahora lleven teléfonos celulares, tienen más o menos los mismos derechos y riesgos laborales que cualquier peón del siglo XIX.
                Se les paga por lo que producen, y si enferman, lógicamente, no se les paga. Como no están contratados ni siquiera por jornada, sino por producción, nunca se atienden sus derechos a la salud, vivienda o educación. Causa verdadera irritación apreciar las condiciones de vida de los trabajadores, y al mismo tiempo, las grandes ganancias como obtienen las empresas que los explotan.
                Los trabajadores y sus representantes han reaccionado con escepticismo a la medida claramente electorera anunciada por el gobierno, porque saben que Alan García siempre los ha despreciado. Ayuda al gran capital, subvencionando su incompetencia. Pero se niega a estabilizar los precios de los fertilizantes, de las semillas, de los insecticidas, como se hace en todo Europa y en medio mundo, porque la cartilla neoliberal del “Faenón para Todos” ni siquiera es neoliberal: es simplemente corrupta, y responde a las exigencias del gran capital, siempre que sus representantes reciban a los sátrapas en la suite de un hotel de lujo.
                Como candidato al Parlamento por Perú Posible, trabajando con un sólido equipo de profesionales, estamos analizando la situación del latifundismo que Haya de la Torre prometió liquidar, y si acaso a estas alturas no es posible conseguirlo, por lo menos exigiremos que se paguen los derechos laborales en acuerdo a la producción. 
                Dicho de otra manera, si usted señor megalatifundista paga a sus trabajadores por cada espárrago que cosechan, habrá de pagar la cuota correspondiente a la Seguridad Social. Es cuestión de establecer los mecanismos técnicos adecuados, porque el agricultor no puede ni debe renunciar sus derechos.
                Respecto de la entrega de acciones nuestras a los trabajadores, para cancelar la deuda de las empresas, me parece prematuro juzgar los resultados. Todavía falta ver cómo ejecutan la medida los Alanistas y su sequito corporativo, y no nos extrañe si algún narco termina haciéndose con todo el paquete.

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