miércoles, 28 de noviembre de 2012

OPINION

EL CINISMO COMO DEFENSA


Nicanor Becerra Castañeda

nibecbb@hotmail.com



En los últimos meses hemos presenciado el desfile de autoridades municipales acusados de irregularidades en su gestión, que les ha valido sentencias judiciales condenatorias (y de inhabilitación, por ejemplo, en cargos como alcaldes), en otros se ha dado la vacancia y algunos enfrentan procesos de revocatoria; sobre ellos pesan los cargos de una deficiente gestión y presuntos (o probados) delitos, principalmente en la ejecución de obras públicas, cobros indebidos, entre otros.



Un hecho digno de ripley es que, tales autoridades, lejos de admitir sus faltas y delitos, han asumido una cerrada defensa de sus actos utilizando excusas banales, desinformación, acusaciones e intimidaciones a sus críticos (generalmente a regidores de oposición y ciudadanos que los cuestionan); lo que es peor, hacen gala de un cinismo con los cuales pretenden (y algunos lo logran), dilatar, bloquear y/o entorpecer los procesos judiciales en los que están inmersos, mediante recursos (léase leguleyadas) dignas del más oscuro libreto de películas gansteriles e incluso de ciencia ficción.



Con un estilo similar al tristemente recordado "tío Vladi", el entorno de estas autoridades cuestionadas (asesores y funcionarios de confianza) han hecho de los procesos un circo mediático, un laberinto de procedimientos, laboratorios de sico sociales cotidianos, así como instrumentos de presión, amenaza, chantaje e intimidación a quienes son críticos a su gestión, aún cuando ésta sea públicamente censurada por las mayorías ciudadanas y/o judicialmente, tengan sentencia condenatoria.



Para defender lo indefendible han creado frases clichés como argumentos para su defensa: "me tienen envidia”, “me odian", "me acusan los candidatos perdedores", "son errores, ¿quién no se equivoca?", o también -cual víctimas- se quejan: "¿por qué hablan sólo de mi persona? hay otros que están procesados y nadie dice nada". Es decir, ellos son los buenos, los demás formamos parte de los malos de la película.



Los ciudadanos somos testigos de la forma absurda como estas indignas autoridades asumen su defensa, pero lo peor es la actitud cínica que muestran y pasean por cuanto medio de prensa les da tribuna: la mentira, la desvergüenza, la burla, el sarcasmo, la soberbia, los golpes en el pecho, el papel de víctimas, incomprendidos y perseguidos, expresan su total cinismo con lo cual disfrazan una estrategia astuta para justificar y defenderse de la fiscalización, la critica ciudadana, o las denuncias hechas por autoridades de oposición, algunos ciudadanos, los procuradores, el ministerio público o el poder judicial.



Es la mentira como defensa, arma de autoridades cínicas convictas, confesas y descaradas; caricaturas de ciudadanos y redomados politiqueros, que viven hundidos en sus propias mentiras, en su propio charco de ineficiencia, torpeza, mediocridad y corruptela. Felizmente que las mayorías, el pueblo, sus organizaciones y sus líderes ya los conocemos y sabemos que pronto serán historia para no volver más. Ante el cinismo en expansión, anteponer la verdad, la honestidad, la transparencia; enfrentarse al cinismo con la decencia y una auténtica vocación de servicio por el bienestar y el desarrollo de los pueblos.



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