ALGO MÁS QUE PALABRAS
__________________________________
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
__________________________________
Es cierto que un pueblo no avanza si vive únicamente
de los subsidios, de las migajas de la subsistencia, o de la precariedad
laboral. Si en verdad queremos superar la pobreza hay que activar el pleno
empleo, el trabajo bien remunerado, e impulsar la justicia social como
imperativo ético. Por consiguiente, el trabajo que es un derecho y un deber de
todo ciudadano, ha de ser la prioridad de todo gobierno y debería ocupar un
papel de preferencia mundial en todas las organizaciones internacionales, que
tengan entre sus objetivos un desarrollo basado en la igualdad de
oportunidades, la solidaridad y los derechos humanos. De lo contrario, el
retroceso será una realidad cada día más alarmante.
Evidentemente, la espiral
descendente en lo que respecta a las condiciones de trabajo es tan descarada,
que viene generando un cúmulo de inquietudes sociales, que bajo estas premisas
va a ser difícil restablecer cualquier diálogo social, tan necesario para crear
sociedades cohesionadas. No olvidemos que el mundo del trabajo es fundamental
para el desarrollo de la sociedad. Tanto es así, que aquel gobierno incapaz de
generar empleo debería dimitir más pronto que tarde, porque el daño será
irreparable. Es más, a mi juicio, la aspiración prioritaria de todo gobierno no
sólo ha de ser la creación de empleos, sino también la de dignificar cualquier
trabajo, con una remuneración justa suficiente. Hasta ahora, muchos de los
excluidos jamás han tenido la oportunidad de poder ganarse la vida en
condiciones dignas y equitativas. Se les ha negado el trabajo y, lo que es
peor, tampoco se han intentado propiciar entornos favorables para salir de la
miseria; en cambio, si se han primado en ocasiones políticas favorables para
los que más riqueza aglutinan.
Una economía que no genere oportunidades para
todos, no merece respaldo alguno. Los programas desarrollados, ciertamente, se
han centrado mucho más en las clases dominantes, cuando lo más importante
debería ser cambiar de forma considerable la vida de las personas que el propio
sistema ha excluido. Por ese centralismo
hacia los poderosos, millones de individuos viven atrapados en el tajo de la
esclavitud, lejos de todo avance como seres humanos. En unos países más y en
otros menos, el empleo es sin duda una emergencia mundial. Y como tal debe ser
tratado. Desde luego, no podemos seguir con trabajos que llevan a la exclusión
y que tampoco son sostenibles. Hace falta restablecer unos cuantos objetivos
claros que activen los empleos de calidad, pero para ello la comunidad mundial
tiene que aceptar la importancia del trabajo en la vida de los ciudadanos.
No sirven los empleos inestables
y mal remunerados, debemos apostar de manera decidida por una mejora de los
medios de vida para los trabajadores y sujetos más vulnerables. Ahora bien,
para crear este empleo de calidad se necesita un sector privado fuerte y
honesto, con medios y medidas estables, que no tienen porque basarse únicamente
en el crecimiento económico. Por desgracia para todos, estamos poniendo
demasiado énfasis en la economía, especialmente en el sector financiero, y
obviando la protección social de la persona. Convendría, pues, que analizásemos
el impacto de las políticas de empleo, y seguramente deberíamos impulsar
mejores prácticas en la construcción de un mercado laboral más justo y
favorable para las familias, hombres y mujeres. Por otra parte, debiera
hacernos reflexionar, el número de trabajadores totalmente desalentados, que lo
ven todo negro para conseguir entrar en el mercado laboral, con la consabida
desesperación, y sin ningún tipo de protección social. En todo caso, ahí queda
el objetivo de la Organización Internacional del Trabajo, "de hacer del
trabajo decente un objetivo global y una realidad nacional", confiando en
poder pasar de las palabras a los hechos. Al menos ganaríamos en esperanza. A
veces algo, lo es todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario